viernes, 13 de octubre de 2017

13 DE OCTUBRE DE 2017

Primer sueño: es de día, voy caminando por los andadores de la Jardín Balbuena y descubro que están construyéndose muchas torres. Son torres altísimas, de diversos tonos de azul y están hechas de plástico. Llego a un prado entre dos casas: del otro lado hay un camión de donde bajan unos albañiles con cascos, colocan una plancha de cemento en el pasto  y  en unos cuantos segundos brota una de las torres que sube veloz hasta las nubes como si fuera una planta. Calculo que cada torre tiene por lo menos cincuenta pisos. Sigo caminando, me doy cuenta que conmigo va mi amigo Edgar "el Lobo" y Lolita, mi perra; llegamos a la entrada de una de las torres. Pasamos a un enorme vestíbulo de techos muy altos y lleno de gente; las paredes están tapizadas de pantallas donde aparecen cifras y letreros; en un rincón hay un espacio con juegos infantiles y varios triciclos volcados. Hay varias tiendas de ropa, papelerías, locales en renta con cartulinas de colores fosforescentes. Suenan voces en lo alto, zumbidos: el ambiente se siente como el de un aeropuerto enloquecido. Me preocupa que con tanta gente viviendo en la colonia se vaya a acabar el agua. Llego a un mostrador donde hay tres bell boys jóvenes y peludos que parecen changos; les digo que mi tía quiere comprar un departamento, que si me dejan pasar a ver cómo son. Los bell boys me levan con su jefe: es igual a ellos pero mide el doble y está detrás de una barra alta. Hace gestos ridículos y me señala unas escaleras mecánicas ocultas detrás de una pared. Cargo a Lolita; conforme subimos, se ven abajo pasillos de cristal repletos de niños y adultos que se mueven como hormigas. Llegamos a una parte alta donde hay una pileta de agua muy sucia: en uno de los bordes hay alguien que al vernos salta hacia el agua. Me asomo a la pileta, quien saltó es ahora una especie de caballito de mar lleno de hilos y espinas que nada retorciéndose entre burbujas verdes que me dan mucho asco. Lolita escapa de mis manos y salta al agua; voy tras ella y me lleno de lodo: al sacarla veo que está toda enlamada y pienso que ahora tendré que raparla. Luego estamos en el interior de uno de los departamentos; con nosotros también está Doris. Hay una especie de fiesta familiar: en la cocina hay varios televisores encendidos y unas señoras que preparan cazuelas de mole y otros guisos. Caminamos entre personas que nos ignoran; llegamos a un pasillito y entonces aparecen Laura Franco y Enrique Bernal, amigos de tiempos de la secundaria. Laura dice que vayamos a uno de los baños donde hay más privacidad; que nos va a contar un cuento de Jung (en la vida real, Laura es terapeuta). El baño es muy grande y tiene una tina llena de agua; Laura comienza a hablar. A media plática, se abre la puerta y entra un robot gigantesco y bonachón: es el papá de Laura que quiere usar el baño, así que tenemos que salirnos… Despierto. Segundo sueño: estamos Doris y yo desayunando en un restaurante de Puebla, llega Gilberto a darnos unos libros y le invitamos café. A un lado del restaurante hay una tienda de artesanías: en uno de los estantes hay varios libros empaquetados en bolsas de plástico y colgados en ganchitos; cada libro cuesta un peso. Descubro que sólo hay dos títulos diferentes, repetidos decenas de veces: El retorno de los brujos y Los albañiles de Leñero. Decido comprarlos todos, pero entonces Gilberto me dice que le deje la mitad para venderlos. Luego todo cambia: estoy yo solo frente a un puestito de pelis piratas. En una pantalla están pasando un corto animado que nunca he visto: se trata de un extraño video musical donde una mujer negra baila y toca las maracas; junto a ella cantan unas jirafas. El estilo de los dibujos me recuerda al de Sylvain Chomet. Veo que el corto dura menos de dos minutos y decido ponérselos a mis alumnos de Narrativas en una clase sorpresa. Luego estoy tras mi lap grabando un dvd con varias animaciones musicales en miniatura: ninguna pasa de dos minutos. Al tratar de agregar el corto que acabo de ver, noto que hay un segundo que se pierde: en el sueño ese segundo es una rayita de colores que parece una aguja de hielo, lo cual me parece muy extraño. Sigo intentando que el corto quede completo, pero entonces todo cambia y estoy en el comedor de la casa donde viví de niño, acomodando en una caja de cartón las hojas onduladas de un horrible adorno navideño viejísimo… Despierto. 

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