Estoy desayunando en la casa donde vivía de niño. Suena el teléfono: es una mujer que quiere proponerme unas clases;
necesita verme de inmediato y quedo de encontrarme con ella en el foro
John Lennon que, en el sueño, está a la vuelta de mi casa (en la realidad, mi
casa estaba en Boulevares, Naucalpan y el ahora inexistente Foro John Lennon, en la colonia Álamos). Salgo, todo fachoso; cuando llega la mujer noto que es muy
distinguida y que va vestida con ropa azul, muy elegante. Caminamos juntos mientras charlamos,
pasamos debajo de un puente: hay unos cactus bailando, coches lentos, un
viejito; le pregunto a la mujer si no le da pena que la vean conmigo estando yo
tan fachoso (me veo como el "Dude" de Big
Lebowski) y ella contesta que no, que es un honor. Entonces todo cambia: me
encuentro en una alberca que está en la parte alta de un edificio muy grande.
Por un letrero luminoso, me entero que la alberca se llama LOBO; la terraza
donde se encuentra da a una especie de paisaje desértico, hace frío y a lo
lejos se ven montañas rodeadas de neblina. Sé que estamos en Guanajuato o San Luis Potosí. Veo hacia la alberca: las aguas son
muy turbias y en el fondo se mueven unas figuras verdes que no alcanzo
a distinguir. Me meto a la alberca y la cruzo a nado varias veces: empieza a
llegar mucha gente. Hay una señora gorda con sus hijos pequeños; aunque está
lejos, sé que les dice que no se me acerquen. Un niño aparece cerca de mí y
empieza a pegarle al agua con un palo. Le digo que tenga cuidado que no me vaya
a pegar a mí; el niño se aleja, molesto. Veo que entre la gente está mi amigo Manolo, me da mucho gusto y
cuando me dirijo a saludarlo, noto que encima de la alberca está estacionado el automóvil (un datsun) que mi mamá tenía cuando éramos niños: se sostiene en la superficie
gracias a una fuerte red de plástico; pienso que puede hundirse en cualquier
momento. Luego voy otra vez caminando por la calle con la mujer que me iba a
contratar para las clases y pienso: esto ya lo soñé. Despierto y estoy con mi grupo de estudio
de tarot: les empiezo a platicar el sueño que acabo de tener y de pronto todo
cambia. Estoy ahora en un comedor
desconocido y muy iluminado, veo que también está
mi mamá: le digo que tiene que mover su automóvil de la alberca si no quiere
que se hunda; llega Doris y me dice que no me preocupe, que el auto no se
sumerge, que la red que lo sostiene es
muy fuerte. Luego me encuentro en un salón del Claustro de Sor Juana: me rodean
un grupo de alumnos vestidos de negro quienes están probando el audio de un
evento futuro; suena un rock escandaloso a todo
volumen. Afuera, en el patio, hay mucha
gente sentada en gradas. De pronto estoy en dos lugares al mismo tiempo: sigo
en el salón y les digo a los alumnos que le bajen el volumen (veo como el botón pasa del 7 al 2) y también estoy en las gradas, donde un muchacho de unos
diecisiete años dice "ayer fue una decepción, a mis hijos no les gustó el
concierto"; me llama la atención de que alguien tan joven tenga hijos. Sé que el concierto al que se refiere lo dio Itzeel Reyes, una amiga nuestra (quien en realidad es pintora). Vuelven a subirle el volumen a la música y en ese momento despierto.
lunes, 5 de noviembre de 2018
sábado, 4 de agosto de 2018
4 DE AGOSTO DE 2018
Voy caminando de prisa por la colonia Roma, a mi alrededor hay
mucha gente contentísima porque el Peje ganó
las elecciones: se siente un ambiente de fiesta. Llego a la entrada del edificio donde
vivió Lila, mi abuela paterna, toco el timbre: sé que ella no me espera. Desde
abajo veo la ventana del comedor, hay movimiento de personas, sombras, noto a una especie de repartidor de medicinas entre la gente. Subo al primer piso, a la entrada del departamento: aparece
a mi lado una mujer de lentes. Al principio creo que es mi prima Otilia, pero
veo que se trata de una desconocida, la hija del vecino. Le explico que vengo a
ver a mi abuelita y que ella no me espera. La desconocida se dirige hacia otra puerta del departamento (puerta que en la realidad nunca existió) y se asoma
por una ventanita: se escucha que alguien se está bañando; abre y me invita a
pasar a la sala. Me siento en un sillón; sé que llevo casi treinta años de no
estar ahí y me sorprende ver todo medio en ruinas: goteras gruesas mojando los tapetes,
un sofá destripado, fotos caídas y basura. Saco mi cel para tomar unas fotos:
esto lo tienen que ver mis primos, pienso. En una mesita hay un teléfono
descolgado, de la bocina suena una voz masculina: al alzarla escucho una
conversación que no es de mi incumbencia y cuelgo. Llega mi tía Lupita, hermana
de mi mamá; me parece rarísimo que esté ahí. En la realidad, mi tía es monja y en el sueño me imagino que a
lo mejor está para organizar algún asunto de la Iglesia (mi abuelita Lila era
muy religiosa). Mi tía Lupita me saluda con mucho gusto; empieza a llegar más gente,
entre ellos Ben, un amigo de facebook: viene acompañado de su esposa y
sus hijas, ya grandes (ellos viven en Mérida). Llega una multitud de
desconocidos: se sientan alrededor del comedor; llega también Doris, quien sólo
observa en silencio, y mi hermano con su esposa y sus hijos. Todos se ponen de acuerdo para organizar un concurso de instrumentos musicales: Margarita, mi cuñada, hace un
ingenioso instrumento con cuatro cucharas y lo toca como si fuera una pequeña harpa,
creando una música increíble. En lo alto suena una voz masculina que canta gravemente,
otros cantan o tocan sus instrumentos; me sorprende tanto talento. Veo que mi tía
Lupita está en una especie de taquilla de circo, cocinando: veo que lo que está
preparando son tacos para todos; le digo que yo no como carne, que por favor me
haga uno de nopalitos o pimientos. El concurso de instrumentos musicales continúa: noto que mi abuelita sigue sin llegar; temo
que no quiera verme y se lo comunico a mi tía Lupita. En ese momento me doy
cuenta de que todo es un sueño y le digo a Edith, mi terapeuta, que estoy
soñando. Ella no está ahí pero escucho su voz que me dice que no me preocupe, que no me despierte y
sólo trate de "armar el sueño". Armar el sueño consiste en usar unas figuras de
engrudo y masa e irlas acomodando para poder visualizar toda la trama. Entonces
todo cambia: estoy ahora en el patio de un jacalito; sé que es donde vive Ben. Se
asoma la esposa por la puerta del jacalito, siento que ella no quiere que esté
ahí y le digo que en cuánto termine de armar el sueño me voy. Ella me dice muy
amablemente que pase y descubro que el interior es nada menos que la casa de mi infancia: ahí
está Ben y su esposa se queja de él diciendo "es que este hombre se la pasa comprando
discos de los Residents" (en la vida real, ben es un gran fanático de los Residents.
Empiezo a ver su enorme colección de discos y pienso: este sueño ya cambió a otra cosa… Despierto.
lunes, 19 de febrero de 2018
19 DE FEBRERO DE 2018
Doris y yo estamos en un parque, es sábado y hace mucho sol
así que nos metemos debajo de una palapa donde están algunas de mis tías. De
pronto aparece en el aire, muy cerca de nosotros, el rostro de un bebé: se
supone que es Dios. Una de mis tías le dice algo al bebé, y éste extiende los
brazos y entre sus manos aparece una telaraña de cristal. La telaraña se
convierte en un periódico donde aparece la foto del bebé. Luego todo cambia:
voy yo solo, caminando por los pasillos
de El palacio de Hierro; son vísperas de Navidad y en todas partes hay cajas de
regalo vacías. Llego a un estante donde cuelga una placa, al acercarme veo que
en realidad es un pequeño profesor de plástico dando clase detrás de su
escritorio. Veo el precio: $170; saco del bolsillo un billete de a $200 y busco
a alguien que me indique dónde puedo pagar pero los pasillos están vacíos.
Pienso que podría robarme el juguete metiéndolo debajo de mi chamarra pero
decido no hacerlo por miedo a que alguna cámara me esté vigilando. Entonces el
escenario cambia: estoy en una pradera al aire libre; a lo lejos se divisan
unos árboles. Camino y en ese momento descubro que estoy soñando. Veo de cerca
el juguete: el pequeño profesor tiene en
una mano un montón de globos atados con hilos; los globos son figuras de Bob
Esponja, El Hombre Araña, Hello Kitty, etc. Me llama la atención lo bien hecho
que están y algo me dice que se trata de mis alumnos. Me da tristeza que ese
juguete sólo exista en el sueño; de pronto estoy sentado tras la mesa de un restaurante
de comida rápida: alrededor hay gente haciendo compras. Aparece Doris, se
sienta conmigo y entonces veo que con ella viene una señora con dos niños
pequeños. Doris me dice que es la contadora y sus hijos. Doris nos reparte unas
cajas de plástico, al abrirlas vemos que hay sándwiches de paté. Doris me dice
que no me preocupe, pues es paté de soya. Le cuento mi sueño y entonces saco al
pequeño profesor y comienzo a armarlo: hay una placa que es el escritorio y un
compartimiento oculto para guardar una goma… Despierto.
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