Primer sueño: voy con otras personas en un tren bala,
estamos cruzando Chiapas que en el sueño ya se independizó de México y ahora
está situado junto a Vietnam. Por las ventanas del tren se ven manchones verdes
a gran velocidad, supongo que es la selva. En una pantalla, al frente del
vagón, aparece un hada con vestido transparente que está dando el reporte del
clima; al final dice: "en Chiapas hay tanta vida que es muy difícil
morirse". Luego estoy escribiendo a mano en una de las oficinas del INEGI
en Aguascalientes (trabajé medio año ahí, a mediados de los 90s): mi jefe es un
muchacho de quince años, enorme y con cuerpo de cartón; yo lo miro desde abajo
y su cabeza es muy chiquita. Junto a él hay una maquinaria con una banda móvil
por donde pasan caminando pollos rostizados. El muchacho dice que me prepare
para el concurso, pero yo no sé de qué habla y no me atrevo a preguntarle. Salgo a
un patio y entonces estoy en otro hotel de la ciudad de México donde trabajé
hace treinta años: hay una alberca a la que me han prohibido entrar, así que la
rodeo, dirigiéndome hacia unas escaleras de metal que suben. Hace mucho sol.
Del otro lado de la alberca hay una covacha donde dos mujeres chinas están
planchando; conforme subo, noto cómo se borran. Ya arriba, tengo que arreglar un
tinaco pero para alcanzarlo hay que trepar por las ramas inclinadas de un
árbol: es muy peligroso y me da miedo caerme. Abajo, como a ocho metros, se ve
una plancha de cemento rodeada de macetas. Me acompañan varios de mis primos,
están al acecho y dicen que no me preocupe, que si me resbalo o algo ellos me
atrapan. Despierto... Segundo sueño: me encuentro en un cuarto de hospital con
otras personas que no reconozco; en medio hay una cama donde yace una abuela
muy mayor que tampoco reconozco. Estamos esperando a que despierte. Por ahí
anda rondando Jacovich: es una especie de sheriff y su obligación es no
permitir que hagamos ruido. En una
pantalla muy grande que está incrustada en
el muro, empieza a proyectarse una película de los hermanos Cohen que no existe
en la realidad: se trata de un western contemporáneo. La secuencia de apertura
es muy divertida, se ve como si fuera cine de los 70s y los letreros psicodélicos
aparecen superpuestos en la parrilla frontal de un automóvil viejo y lujoso que
se mueve a gran velocidad. Yo grito de gusto pues nunca he visto esa película,
pero de inmediato todos me dicen a señas que me calle. Tomo las sábanas que
cubren a la abuela y las estiro para tapar la pantalla; en el extremo tienen
unos ganchitos afilados como los que se usan para colgar las cortinas. De pronto en la pantalla aparece una
secuencia que nada tiene que ver con la película: hay una figura extraña y
oscura, se supone que es una versión de la abuela que duerme en la cama, pero acá
es muy pequeña y va subiendo por una vereda en un escenario boscoso. Cuando la
figura da la vuelta y me mira, veo su cara, que es al mismo tiempo una peluca y
un nido de pájaros lleno de púas: aterrado, me doy cuenta de que se trata de un
extraterrestre. El extraterrestre se me lanza encima, con la boca abierta y
gritando... Despierto muy asustado a anotar todo. Tercer sueño: estamos como
veinte personas sentadas alrededor de una mesa circular: el mantel es blanco y la
superficie está libre de objetos. Entre los presentes reconozco a Doris, a
Gina, a Laura Mónica y a Raúl Motta; estamos ahí porque van a darnos una
"brujería" para que no nos pase nada durante el fin del mundo. Hay un
ambiente de solemnidad, de expectativa. Una presencia masculina que no logro
ver bien, mueve las manos y aparece la "brujería": se trata de una
nebulosa líquida de tonalidades violetas que gira muy rápido en el aire, arriba
de la mesa. Se supone que la "brujería" tiene que bañarnos a todos,
pero un cavernicolita prieto y muy peludo que también está sentado en la mesa,
la absorbe toda y se la traga como si su boca fuera una aspiradora; luego se nos
queda mirando, sonriente y satisfecho. A ambos lados del cavernicolita hay dos
mujeres robustas y vestidas de blanco: son "los pilares", y están
mirándolo amorosamente como si fuera un niño pequeño que acaba de hacer una de
sus gracias... Despierto.
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Gracias por incluirme en tus sueños. Alguien tendría que vigilar (aunque eso sea del tercer sueño) estando ante el fin del mundo. Un sheriff es alguien rígido, como yo, pero más... en fin, me honra aparecer en tus sueños!
ResponderEliminarJa ja ja ja ja... Saludos Jacovich.
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