lunes, 10 de julio de 2017

10 DE JULIO DE 2017

Primer sueño: voy con otras personas en un tren bala, estamos cruzando Chiapas que en el sueño ya se independizó de México y ahora está situado junto a Vietnam. Por las ventanas del tren se ven manchones verdes a gran velocidad, supongo que es la selva. En una pantalla, al frente del vagón, aparece un hada con vestido transparente que está dando el reporte del clima; al final dice: "en Chiapas hay tanta vida que es muy difícil morirse". Luego estoy escribiendo a mano en una de las oficinas del INEGI en Aguascalientes (trabajé medio año ahí, a mediados de los 90s): mi jefe es un muchacho de quince años, enorme y con cuerpo de cartón; yo lo miro desde abajo y su cabeza es muy chiquita. Junto a él hay una maquinaria con una banda móvil por donde pasan caminando pollos rostizados. El muchacho dice que me prepare para el concurso, pero yo no sé de qué habla y no me atrevo a preguntarle. Salgo a un patio y entonces estoy en otro hotel de la ciudad de México donde trabajé hace treinta años: hay una alberca a la que me han prohibido entrar, así que la rodeo, dirigiéndome hacia unas escaleras de metal que suben. Hace mucho sol. Del otro lado de la alberca hay una covacha donde dos mujeres chinas están planchando; conforme subo, noto cómo se borran. Ya arriba, tengo que arreglar un tinaco pero para alcanzarlo hay que trepar por las ramas inclinadas de un árbol: es muy peligroso y me da miedo caerme. Abajo, como a ocho metros, se ve una plancha de cemento rodeada de macetas. Me acompañan varios de mis primos, están al acecho y dicen que no me preocupe, que si me resbalo o algo ellos me atrapan. Despierto... Segundo sueño: me encuentro en un cuarto de hospital con otras personas que no reconozco; en medio hay una cama donde yace una abuela muy mayor que tampoco reconozco. Estamos esperando a que despierte. Por ahí anda rondando Jacovich: es una especie de sheriff y su obligación es no permitir que hagamos ruido. En una pantalla muy grande que está incrustada  en el muro, empieza a proyectarse una película de los hermanos Cohen que no existe en la realidad: se trata de un western contemporáneo. La secuencia de apertura es muy divertida, se ve como si fuera cine de los 70s y los letreros psicodélicos aparecen superpuestos en la parrilla frontal de un automóvil viejo y lujoso que se mueve a gran velocidad. Yo grito de gusto pues nunca he visto esa película, pero de inmediato todos me dicen a señas que me calle. Tomo las sábanas que cubren a la abuela y las estiro para tapar la pantalla; en el extremo tienen unos ganchitos afilados como los que se usan para colgar las cortinas. De pronto en la pantalla aparece una secuencia que nada tiene que ver con la película: hay una figura extraña y oscura, se supone que es una versión de la abuela que duerme en la cama, pero acá es muy pequeña y va subiendo por una vereda en un escenario boscoso. Cuando la figura da la vuelta y me mira, veo su cara, que es al mismo tiempo una peluca y un nido de pájaros lleno de púas: aterrado, me doy cuenta de que se trata de un extraterrestre. El extraterrestre se me lanza encima, con la boca abierta y gritando... Despierto muy asustado a anotar todo. Tercer sueño: estamos como veinte personas sentadas alrededor de una mesa circular: el mantel es blanco y la superficie está libre de objetos. Entre los presentes reconozco a Doris, a Gina, a Laura Mónica y a Raúl Motta; estamos ahí porque van a darnos una "brujería" para que no nos pase nada durante el fin del mundo. Hay un ambiente de solemnidad, de expectativa. Una presencia masculina que no logro ver bien, mueve las manos y aparece la "brujería": se trata de una nebulosa líquida de tonalidades violetas que gira muy rápido en el aire, arriba de la mesa. Se supone que la "brujería" tiene que bañarnos a todos, pero un cavernicolita prieto y muy peludo que también está sentado en la mesa, la absorbe toda y se la traga como si su boca fuera una aspiradora; luego se nos queda mirando, sonriente y satisfecho. A ambos lados del cavernicolita hay dos mujeres robustas y vestidas de blanco: son "los pilares", y están mirándolo amorosamente como si fuera un niño pequeño que acaba de hacer una de sus gracias... Despierto.

2 comentarios:

  1. Gracias por incluirme en tus sueños. Alguien tendría que vigilar (aunque eso sea del tercer sueño) estando ante el fin del mundo. Un sheriff es alguien rígido, como yo, pero más... en fin, me honra aparecer en tus sueños!

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17 DE FEBRERO DE 2019