Una presencia me invita a conocer la Casa de los Sustos. Me
subo a un carrito de madera que empieza a avanzar lentamente: cuando cruza las
compuertas giratorias, cierro los ojos. Estoy muy asustado, temerosos de abrir
los ojos y ver monstruos, pero al mismo tiempo me da pena ser tan coyón. Me
pego al lado derecho del carrito, para evitar que unas manos de tela -que no
veo pero sé que están ahí- me toquen. Entonces el carrito empieza a bajar en
espiral a una velocidad frenética, el corazón me late fuerte y sé que en el
trayecto hay muchas escenas horroríficas, pero sigo sin abrir los ojos. Pasa
mucho tiempo. Cuando por fin el viaje termina, me encuentro en una calle de
Veracruz llena de palmeras y coches estacionados: es muy temprano y está a punto de llover. Aparecen
varios niños pequeños y antiguos, cada uno montado en un carrito de madera: cuando se
enteran que no abrí los ojos durante el viaje se decepcionan un poco, pero me
dicen que lo comprenden, que a ellos les pasó lo mismo. Luego estoy con mi amigo el Peter, quien en el sueño
nunca ha probado el sushi: lo llevo a un local donde, además de vender el mejor
sushi de la ciudad, pasan películas antiguas. Al entrar vemos que hay mucha
gente, hay que formarse para que nos tomen la orden y nos entreguen los sushis.
Le digo al Peter que aparte una mesa: de pronto aparece una hilera de mesas que
nos estorban el paso; son como un animal vivo, aunque inmóvil. Peter pone sus
libros en la primera mesa; noto que uno de ellos es la historia de Focus, la banda holandesa de
rock progresivo (hace algunas semanas, el Peter sugirió Focus 3 como "disco del
día" en Radio Fu Manchú, mi grupo progre del Facebook). En la portada del libro
está la cara enorme de Thijs van Leer que es al mismo tiempo mi tío Víctor. La
fila avanza; en la barra de entregas, mi ex alumna Marichuy nos da una charola
con los sushis y nos dice algo en japonés que no entendemos. Al dirigirnos a
nuestra mesa vemos que está ocupada por varios intelectuales barbones que nos
miran sonriendo y nos preguntan si estorban; les decimos que no, pero nos vamos
al extremo del local donde están los gabinetes. Por la ventana se ve un paisaje
selvático en blanco y negro: se trata de una película. Nos sentamos. El
Peter no sabe usar los palillos, cree que son catapultas para lanzar los discos
de sushi al aire y atraparlos con la boca; le explico cómo usarlos, y en un
santiamén se come tres rollos de sushi él solito. De pronto todo cambia: estoy
en la casa de Boulevares donde viví de niño; frente a mí hay una enorme
pantalla de computadora dividida en dos partes. Del lado izquierdo de la
pantalla hay un rectángulo donde estoy dibujando una clase muy difícil que tengo que dar en
la Escuela Mexicana de Escritores; del lado derecho hay una pequeña ventana que
muestra el simulador de vuelo de un avión caza: para aterrizar sin problemas,
debo hacer que dos agujas coincidan, lo cual es muy difícil. Para terminar de
preparar la clase tengo que grabar varias animaciones en un dvd, pero la
computadora es muy vieja y no tiene quemador. Salgo a la calle: frente a la
banqueta hay un enorme camión blanco estacionado; se supone que es de mi mamá,
pero yo nunca lo había visto. Abro el cofre del camión, junto al motor hay un
compartimiento para grabar dvds. Meto un dvd virgen: para programar la
grabación, tengo que ir a otro compartimiento de la guantera donde hay una
pantallita negra. Hago la programación: calculo que el dvd tardará unos veinte
minutos; regreso a la casa a terminar de trabajar, pero Doris está usando la
compu y me dice que mientras me ponga a leer. Vuelvo a salir a la calle para ver
si ya se grabó el dvd, pero se safó una pieza y hay que volver a empezar todo el proceso. Me trepo al camión, del lado del conductor:
está muy alto y afuera todo se ve borroso, como a través de una seda blancuzca. Entonces el camión empieza a
girar y choca con otro camión que está estacionado en la banquta de enfrente:
yo quedo atrapado entre los dos y pienso que a lo mejor me rompí algo, pero no
quiero que Doris se asuste. Salgo arrastrándome, y veo que en medio de la calle
hay dos horribles anunnakis tirados, tal vez muertos… Despierto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
-
Primer sueño: Doris y yo vamos en una camioneta; nos acompaña nuestra amiga María Islas y un grupo de desconocidos. Estamos recorriendo el ...
-
Primer sueño: voy con otras personas en un tren bala, estamos cruzando Chiapas que en el sueño ya se independizó de México y ahora está si...
-
Una presencia me invita a conocer la Casa de los Sustos. Me subo a un carrito de madera que empieza a avanzar lentamente: cuando cruza las ...
gulp
ResponderEliminar